jueves, 14 de julio de 2016

La tierra que nunca pisamos (2016) [teatro]


Ficha técnica:
Director: Marco Vieyra
Autor: Edgar Chías
Actúan: Darío Álvarez, Daniela Saldierna, Rafael Becerra, Francisco Morán y Sayuri Navarro.
Fechas de presentación: 12, 13 de julio en el CEART de SLP; 4, 5 y 13 de agosto en Difusión Cultural del IPBA (Instituto Potosino de Bellas Artes)

La tierra que nunca pisamos es una obra de teatro que nos muestra la historia de cinco cocineros, de origen mexicano, residentes de Arizona; éstos, hartos de los malos tratos a los gringos hacia ellos, deciden llevar a cabo un acto simbólico de rebeldía. La obra se apoya con varios recursos materiales en los que destacan tres caminadoras. Este recurso es, quizás, símbolo de la constante apariencia de la humanidad de querer avanzar y, sin embargo, permanecer en el mismo lugar.
            La obra refleja una realidad, respecto al trato xenofóbico que se les da a nuestros paisanos en los Estados Unidos. Pero es mucho más que una historia de migrantes, mucho más. Es ese deseo que cualquier trabajador indocumentado desea: libertad, derechos, prestaciones. Es el deseo de rebelión, y también es el decoro que los detiene a alzar la voz: una familia que mantener.
            La tierra que nunca pisamos, abre con una secuencia en la que cada uno de los actores va diciendo lo que han perdido. En este punto no sé si están actuando o realmente lo que dicen es verdad… En ese punto también, el público reflexiona sobre lo que ha perdido. Es muy atinado abrir con una escena tan cargada emocionalmente, porque inmediatamente el público se siente identificado con los actores o con sus personajes… Todos hemos perdido algo, ¿no?
            No soy experta en teatro, pero puedo decir que todos y cada uno de los actores me parecieron excelentes en sus papeles. He tenido la oportunidad de ver el trabajo de Francisco Morán en otra obra de teatro y en cortometrajes, y me ha encantado. Tanto Morán como el resto de los actores hacen que se te olvide por completo que lo que ves es ficción. Todo lo que se cuenta es narrado con naturalidad que hasta crees que todo eso pasó. Una valiosa clase de historia de México.
            La tierra que nunca pisamos también sacará risas al espectador… Pero también puede conmoverlo hasta las lágrimas. La tierra que nunca pisamos es una reflexión que todos deberíamos hacer. Un gran porcentaje de mexicanos tenemos por lo menos a un familiar que se pasó de mojado a los “Unieites Esteits”, y ni así nos ponemos a pensar.
            La música, los recursos visuales y la utilería con la que se acompaña La tierra que nunca pisamos, es adecuado para cada momento de la obra. Hay un contraste de ritmos, y emociones durante toda la obra… Además, la obra nunca pierde ese ritmo tan dinámico y a la vez estático —por eso de las caminadoras— que hacen que los (aproximadamente) setenta minutos que dura la obra sean muy amenos.
            Las secuencias, o sea todo lo relacionado a la dirección de La tierra que nunca pisamos, está repleta de símbolos. Nada, ningún movimiento de la utilería o de los actores, es gratuita a la obra. Al final de la obra hay una sorpresa que, definitivamente, hizo que la obra cerrara con broche de oro.

            La obra sí que tiene una carga emocional muy grande… Es absorbente y envolvente… Imposible pensar en otra cosa mientras la vemos, La tierra que nunca pisamos merece toda nuestra atención, merece un 200 % de nuestra parte. No he visto mucho teatro, pero puedo decir con mucha seguridad que es una obra que quiero que todos vean. Además, la obra tiene una interacción con el público que es otro elemento que me encantó. En términos generales la obra me pareció excelente y, si tuviera que calificarla con un número (como hago siempre aquí) le daría un 5/5, pero hasta eso se queda corto.
             Ojalá haya gente de San Luis Potosí (o ya mínimo cerca de San Luis) que esté leyendo esto... Porque a ti, lector, te invito que vayas a ver la obra, no te vas a arrepentir.

domingo, 3 de julio de 2016

El diario de Tita (2016)

Ficha bibliográfica:
Título: El diario de Tita
Autor: Laura Esquivel
Ciudad: México
Editorial: Suma de letras
Págs.: 300
            Después de 25 años de la publicación de la primera novela de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, (de la que escribí en el blog pasado) surge esta especie de segunda parte… O, mejor dicho, spin-off. El diario de Tita, ofrece, supuestamente —o sea, según la cuarta de forros del libro— una narración más íntima de los sentimientos de Tita.
            Lo cierto es que Laura Esquivel no ofrece absolutamente nada nuevo en esta nueva entrega. El diario de Tita, es una segunda parte o spin-off innecesaria. Cuando lo vi en la librería me llamó la atención por su diseño editorial: es estéticamente hermosos. La edición en pasta dura tiene un guardapolvo que simula ser el diario quemado de una esquina. Por el interior, el libro está escrito en una fuente que simula la letra cursiva de Tita; además de esto, contiene fotografías y recuerdos que la protagonista de Como agua para chocolate atesoraba dentro del libro.
            Pero El diario de Tita es solo eso: un libro muy bonito, un libro para adornar nuestro librero —a la módica cantidad de $300 mexicanos (como 15 dólares)— y nada más. Es absurdo decir que esta novela, escrita a manera de diario, tiene algo nuevo, algo que no se haya podido percibir en Como agua para chocolate, pues hay que recordar que el narrador de ésta era omnisciente. A pesar de que Tita no era la que narraba la historia base, el narrador conocía los sentimientos y PENSAMIENTOS de ella, e incluso de otros personajes. De esta manera, se comprueba que El diario de Tita no sirve ni como continuación ni como relato en retrospectiva.
            Esta novela más bien parece un resumen de Como agua para chocolate, pues la primera parte se trata de la historia que los lectores de la ópera prima de Laura Esquivel ya conocemos. Pero no solo ya los conocemos, sino que los conocemos mejor de lo que se narra en El diario de Tita. Repito, la primera mitad es un resumen de la historia que dio pie a este segundo libro.
            A partir de la segunda mitad, es donde empieza lo “interesante”, pues es en esta parte de la narración en donde nos ilustran acerca de todos esos años que se saben por indicios en Como agua para chocolate. Se explican años de vida de Tita, John, Pedro, Rosaura, etcétera, que en el primer libro se dejan a la imaginación. Sin embargo, salvo una que otra receta nueva, no es de trascendencia lo que sucede en esos años. Y ya que toqué el tema de las recetas, ni siquiera la edición se salvó de ser criticada, hay un error de imprenta en una de las recetas: se señalan los ingredientes para hacer frijoles, pero el título de la receta y el procedimiento es para hacer chocolate.
            Es en este error de imprenta en el que yo veo la urgencia de sacar a la venta un nuevo libro con el único fin de obtener una remuneración económica y no tanto porque hay algo nuevo que decir. Aunque hay un par de cambios, de declaraciones en El diario de Tita que cambian la historia original, no es la gran cosa… Por el contrario, creo que estos cambios arruinaron lo que Laura Esquivel había logrado también con su primera novela.

            En resumen, el realismo mágico se perdió en este spin-off de Como agua para chocolate; las nuevas ideas se ven forzadas y el libro es más estética visual que literaria. Personalmente, me desagradó bastante y no sé qué pensaba Esquivel al convertir su novela más conocida en una trilogía… El diario de Tita no es un libro que recomiendo, principalmente porque me parece malo de principio a fin… Le di 2/5 en Goodreads, y eso solo porque la edición es linda.