miércoles, 15 de marzo de 2017

Prescindir o no de "La naranja mecánica"... Esa es la cuestión

¡Buenas/os días, tardes, noches! Ya hace bastante tiempo que no escribo nada acá, pero no es porque no quiera: la universidad absorbe mi tiempo por completo, y me queda poco tiempo par escribir por placer. En esta ocasión les traigo un trabajo que escribí orginalmente para una clase de Redacción. El ejercicio era escribir sobre el que nosotros consideráramos el "mejor libro del mundo". Yo no considero que A Clockwork Orange sea el mejor libro del mundo, y tampoco es de mis favoritos; sin embargo, decidí escribir de él porque la película sí es de mis favoritas y no hubiese existido sin el libro. Con esa postura defendí el libro de Bürgess, y encontré cosas interesantes. Así que se los comparto, esperando que sea de su agrado. Por cierto... Esta vez adjunto la bibliografía, por si alguno de mis lectores está interesado en conocer más de algún tema de los que toco en el texto. 

Anthony Burgess no es, quizás, un autor imprescindible en la historia de la literatura universal, salvo por su novela más conocida: A Clockwork Orange (La naranja mecánica), publicada por primera vez en 1962. Lo cierto es que algo tuvo que haber visto el director de cine Stanley Kubrick para querer adaptarla a la pantalla grande y “hacer la mejor película juvenil de la época” (Gary Leva, 2007) ―y una de las mejores de toda la historia del cine. Ahora el punto es ahondar más en la obra e identificar esos puntos clave que llamaron la atención de Kubrick, los elementos que hacen de La naranja mecánica una novela imprescindible, aquellos factores que provocaron que el nombre de Burgess no se perdiera con el paso del tiempo. Hay varias razones por las que cualquier lector respetable no debería privarse de La naranja mecánica: la original forma de utilizar el lenguaje como forma de autocensura, la configuración de sus personajes ―especialmente de su protagonista― y, por supuesto, el hecho de que sin la obra de Burgess no hubiésemos tenido la joyita de película basada en la novela.
            La naranja mecánica sigue la historia de Alex Delarge, un adolescente que gusta de escuchar a Beethoven y practicar la ultraviolencia, a lado de sus tres amigos Pete, Georgie y el Lerdo. El universo diegético de la novela es un lugar no-utópico (o, si se prefiere, distópico), en el que las cárceles están sobrepobladas y abundan bandas juveniles, como la liderada por Alex, que practican la violencia sin razón, sin ningún tipo de respeto hacia nadie: “¿Qué clase de mundo es éste? Hombres en la luna y hombres que giran alrededor de la tierra [sic] como mariposas alrededor de una lámpara, y ya no importa[n] la ley y el orden en la tierra [sic]” (Burgess, 2013, 16). La sobrepoblación de delincuentes juveniles tanto en la cárcel como en las calles, la aparente inhibición del mundo adulto para impedir que la plaga se propague y el tratamiento deshumanizador que utiliza el gobierno como forma de control sobre este problema, son algunas de las características del lugar sin nombre en que nos sitúa Burgess en La naranja mecánica.
Luego de algunas aventuras nocturnas en la que se incluyen una paliza a un anciano, el enfrentamiento con una banda rival y la violación de la esposa de un escritor Alex vuelve a su hogar, sin ningún remordimiento por lo que hizo. Así, desde la primera parte ―el libro está dividido en tres― se puede comenzar a identificar las características del protagonista. El nombre, en ocasiones, “es el centro de imantación semántica de todos sus atributos, el referente de todos sus actos, y el principio de identidad que permite reconocerlo a través de sus transformaciones” (Pimentel, 2014, 63). Así pues, Burgess dice que eligió “el nombre de Alex porque era un diminutivo de Alejandro Magno, un hombre que conquistó el mundo pero que con el tiempo fue vencido, quedó impotente y privado de la palabra” (Hernández Luján, 2014). Alex Delarge, como Alejandro Magno, estuvo en la cima y después se vio en completa inhibición como consecuencia del experimento Ludovico: pierde su capacidad de discernir entre el bien y el mal.
Sin embargo, Alex Delarge es más que una alegoría por su nombre. Su personaje está bien delineado de principio a fin. Es un personaje con una moral bastante dudosa, característica que se puede inferir por boca de las niñas con las que Alex mantiene relaciones sexuales hacia el final del capítulo cinco de la primera parte “Bestia, animal odioso. Monstruo horrible y repugnante” (Burgess, 49), y por la misma reacción que Alex tiene ante esta situación “Se fueron escaleras abajo y yo me hundí en el sueño, y la vieja Alegría Alegría Alegría [sic] golpeaba y aullaba lentamente” (49). Es también un alma sensible al arte, como algunos líderes de la vida real no tan diferentes a Alex ―recuerde el lector a cierto militar miembro del Partido Nacionalsocialista―: “La música siempre me excitaba, oh hermanos míos, haciéndome sentir como si fuera el propio y viejo Bogo [Dios] en persona, listo para descargar rayos y centellas y tener a los vecos [sujetos] y la ptitsas [muchachas] crichando [gritando] en mi ja ja ja poder” (44). Como puede observarse, Alex narrador intradiegético no tiene ningún reparo en mostrarse como lo que es: un joven que se identifica con el Dios del Antiguo Testamento. Este cinismo va en aumento conforme avanza la novela, cuando Alex es arrestado, él miente desvergonzadamente a los oficiales “No fui yo, hermano, señor […] Defiéndame, señor tan malo no soy. Señor, los otros me traicionaron y me llevaron por mal camino” (72). Uno de los últimos momentos en que Alex continúa siendo un cínico es antes de someterse al experimento Ludovico “―Oh, me gustaría ser bueno, señor― contesté, pero por dentro, hermanos, smecaba [reía] realmente joroschó [bien]” (98).
Pero nuestro personaje sería muy plano si no estuviese sometido a una transformación, transformación que incluye Burgess en su relato de una manera más que atinada. Hay que recordar que las dos características de Alex son su cinismo y la sensibilidad al arte (especialmente a la música). Así, el primer rasgo de personalidad se anula al ser sometido al experimento Ludovico:
“comprendí que la música que resonaba y crepitaba en la banda de sonido era de Ludwig van […] y entonces criché [grité] como un besuño [loco]: ―[…] ¡Un pecado, sí, eso, eso, un sucio pecado, brachnos [bastardos]! […] Usar de ese modo a Ludwig van. Él no hizo daño a nadie. Beethoven no hizo más que escribir música” (116)
Alex siempre se muestra honesto y desvergonzado con el lector, es decir, a nivel discursivo, pero en el nivel diegético es la primera vez que se muestra débil, la primera vez que no finge. Esto se repetirá casi hasta el final de la novela, como consecuencia del experimento al que es sometido. Es también casi al final, y después de su intento de suicidio, cuando Alex parece volver a su antigua condición violenta “pude videarme [verme] clarito corriendo y corriendo sobre nogas [piernas] muy livianas y misteriosas, tajeándole todo el litso [rostro] al mundo […] Sí, yo ya estaba curado” (182). Sin embargo, en el capítulo final Alex Delarge sorprende al lector, al tomar la decisión de reivindicarse porque comprende que su juventud ha terminado. El final termina de redondear al personaje protagónico de La naranja mecánica.
            Ahora bien, es difícil hablar de originalidad cuando ya prácticamente todo se ha escrito; de esta manera, resulta muy aventurado defender la novela de Burgess a partir de lo original que puede ser (o no) el uso del lenguaje como forma de autocensura. Decía Foster Wallace que “todas las Novelas Serias después de Joyce suelen ser valoradas y estudiadas principalmente por su grado de innovación formal” (2007, 178). Así, si hablamos de forma Anthony Burgess ―fiel admirador de James Joyce―nos muestra en La naranja mecánica una pintoresca manera de presentar la anécdota y de autocensurarse: un argot ficticio, llamado Nadsat. El Nadsat combina elementos del ruso y de lenguas eslavas, además de otro tanto porcentaje de palabras inventadas por el mismo autor. Esta característica es, sin duda, una de las más emblemáticas de la novela, pues por página se presentan alrededor de una docena de palabras en Nadsat (Evans, 191, 406). Lo anterior no es un obstáculo para disfrutar de la lectura. Al lector de La naranja mecánica le bastan unas quince páginas de lectura para terminar familiarizándose con el Nadstat; lo cual no le quita su genialidad, sino todo lo contrario, pues hay que recordar que fue utilizado más como elemento de autocensura que como recurso literario.
            No es una conjetura considerar el uso del Nadsat como recurso coercitivo, La naranja mecánica fue censurada y autocensurada, como lo declara el mismo Burgess. La censura es “el control del uso que los otros hacen del lenguaje” (Chilton y Schaffner, 305, 2008), no hace falta recordar que el mundo editorial es un negocio, que hay cosas que pueden o no ser publicadas en función de la remuneración económica expectante. Y fue precisamente el dinero el que llevó a Anthony Burgess a acepar una segunda forma de censura (la primera fue voluntaria: el Nadsat): mutilar su novela “en 1961 necesitaba dinero […] y si la condición para que aceptasen el libro significaba también su truncamiento, que así fuera” (Burgess, viii). En América el libro llegó sin el último capítulo, el famoso capítulo veintiuno, en el que Alex se reivindica. Esta última decisión abrumaría al autor de La naranja mecánica hasta el fin de sus días, como lo refleja en el prólogo a la edición de 1986.
Ahora bien, el uso del argot juvenil como forma de autocensura funcionaba en el libro, pero no en la película. La cantidad de palabras en Nadsat en el film de Kubrick (1971) es considerablemente menor que en la novela homónima. Hay que tomar en cuenta que son lenguajes diferentes, pero tanto Kubrick como Burgess utilizan el lenguaje cinematográfico y literario, respectivamente, de manera impresionante. Kubrick se “censura” (como Burgess) con los planos muy abiertos o muy cerrados (Leva). De esa manera fue como el elemento de autocensura se mantuvo en la adaptación cinematográfica. Por otro lado, la mutilación de la novela, para disgusto del escritor, se vio reflejada también en la película. No es necesario destacar los elementos que hacen de La naranja mecánica una gran película: fotografía, guion (esto es relativo, pues no existió otro guion que la misma novela), arte, producción, etc. Sin embargo, sucede como con el significado y el significante: una no puede existir sin la otra. La naranja mecánica (la película) tiene un lugar mucho más importante en la historia del cine del que tiene la novela en que está basada en la historia de la literatura, pero son inseparables. El nombre del escritor pasó a la historia gracias a que Kubrick leyó su relato, aunque para Burgess haya sido desagradable el reconocimiento de su novela a través de la película de Kubrick: “se resiste a ser borrada [La naranja mecánica] y de esto la versión cinematográfica de Stanley Kubrick es la principal responsable. De buena gana la repudiaría, pero no está permitido” (Burgess, vii).

Ya sea que el espectador o lector prefiera más el final con el capítulo veintiuno o sin este, es innegable que la novela está muy bien construida con y sin el mencionado capítulo. El personaje de Alex contiene rasgos de personalidad que lo han convertido en un personaje inolvidable. Sorprende también el hecho de que el autor de una novela tan censurada ―voluntaria e involuntariamente― haya utilizado esa coerción a su favor. Finalmente, cualquier cinéfilo estaría de acuerdo en lo que implicó La naranja mecánica para el cine. No obstante, afortunada o desafortunadamente, si Anthony Burgess no hubiese escrito la novela, el mundo entero se habría perdido de un gran film y esta es una de las razones de más peso por las que el mundo no puede prescindir de La naranja mecánica.

-Bürgess, Anthony. La naranja mecánica. Trad. Aníbal Leal. México: Booket, 2013.
-Chilton, Paul y Christina Schaffer. “Discurso y política” en Dijk, Teu a. Van (comp.).  El discurso como interacción social. Barcelona: Gedisa, 2008; pp 300-325
-Evans, Robert O. “Nadsat: The Argot and Its Implications in Anthony Burgess' ‘A Clockwork Orange.’” Journal of Modern Literature, vol. 1, no. 3, 1971, pp. 406–410. www.jstor.org/stable/3831064.
-Foster Wallace, David. Hablemos de langostas. Trad. Javier Calvo. Barcelona: Mondadori, 2001, pp. 168-179
-Great Bolshy Yarblockos! Making ‘A Clockwork Orange’. Dir. Gary Leva (2007). Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=qnXOmfo7liU&t=33s
-Hernández Luján, Raquel. “Cine de ciencia-ficción: La naranja mecánica” (2014) disponible en http://www.hobbyconsolas.com/reviews/cine-ciencia-ficcion-naranja-mecanica-71858 consultado el once de febrero de 2017.
-Pimentel, Luz Aurora. “La dimensión actoral del relato” en Pimentel, Luz Aurora. El relato en perspectiva. México: Siglo XXI, 2014; 59-94

jueves, 11 de agosto de 2016

Escuadrón suicida (2016)

Ficha técnica
Título original: Suicide squad
Director: David Ayer
Productor: Zack Snyder
Distribuidora: Warner Bros.
Reparto: Margot Robie, Will Smith, Jared Leto, Cara Delevigne

            En esta cinta, se reúnen a algunos de los criminales más peligrosos, entre los que se encuentran Harley Queen y Deadshot, para formar un escuadrón y defender a la ciudad de una amenaza pseudohumana.
            Por fin tuve la oportunidad de ver una de las películas más esperadas del año: Suicide squad. La verdad es que me considero en ese grupo de personas que sí esperaba con ansias ver esta película desde que salió el primer tráiler, sin embargo, me mantuve al margen de la misma para no crearme expectativas: no funcionó. Siempre he creído que no es posible formarse una opinión buena o mala de algo, cuando no se ha vivido la experiencia, por eso mismo yo hice caso omiso de lo que la crítica decía de Suicide squad: hasta no ver, no creer.
            Pienso que la película no es la gran película que se nos vende, hay muchos elementos que no me gustaron, y ni siquiera la primera parte de la banda sonora sirvió para rescatarla. Pero vamos con lo primero: los efectos especiales. Había ocasiones (casi durante toda la película) en que me parecía que estaba viendo una película live action de Scooby Doo, ya que los efectos dejaron mucho, pero mucho que desear. Supe que a la hora del montaje y la edición hubo bastantes problemas y, desafortunadamente, esto se nota mucho en el filme. Explosiones poco creíbles, lluvia que casualmente caía en los momentos más “emotivos” de la película y excesivo uso de luces neón (lastimoso a la vista, en mi opinión).
            Una cosa que en un principio me atrapó mucho fue la banda sonora, pues la primera mitad de Escuadrón suicida, está plagada de canciones bastante buenas de bandas como The Rolling Stones, The Animals, AC/DC, entre otros… Luego de la primera mitad, esto se pierde y se recurre casi exclusivamente a composiciones para la película. Sin embargo, creo que todas las melodías que se compusieron para Escuadrón Suicida son muy estándar y que no ayudan ni para bien ni para mal al desarrollo del largometraje.
            Hablemos de las actuaciones. Tengo que decir que ninguna me pareció especialmente brillante. Aunque extrañaba ver a Will Smith en la pantalla grande, no me satisfizo completamente su actuación, pues me pareció que estaba haciendo una combinación de sus personajes en Soy leyenda y En búsqueda de la felicidad. A pesar de eso, su actuación no fue mala, solo no me agradó del todo el desarrollo del personaje y pienso que parte de la culpa recayó en los guionistas de esta película.
Ahora, tenemos por otro lado a Margot Robie, a quien tuvimos la oportunidad de ver por primera vez hace tres años en El lobo de Wall Street, como la esposa de Jordan Belfort; en Escuadrón suicida interpreta a la novia del Joker: Harley Queen. No pienso que su personaje haya sido malo, pues es de los que más destaca en la película, pero las escenas más impactantes de Harley Queen las habíamos visto con anterioridad en los avances de Escuadrón suicida, así que eso le restó puntos a su personaje. Y no podemos hablar de Harley Queen sin hablar del Joker (o el Guasón, en México), y puedo decir una cosa: aparece como siete minutos en la película y, por ende, no es suficiente para formarse un juicio de si es o no una buena interpretación la de Jared Leto. Pero lo que sí puedo decir es que no me gustó que se distorsionara la relación entre el Guasón y Harley Queen, ya que parece una relación mucho más estable de lo que realmente debe ser. Me da la impresión de que este cambio es más bien a un acto de autocensura por parte de Warner (ya saben, para agradar a los ojos feministas que pudieran toparse con esta cinta).
Deadshot y Harley Queen son de los personajes que más destacan, pero no podemos olvidar por completo al personaje que juntó a los supervillanos más peligrosos: Amanda Waller. Me pareció que en cuanto actuación es de lo más relevante, Viola Davis hizo una buena interpretación de esta agente de Estados Unidos… Y ya, fuera de eso creo que hay actuaciones desperdiciadas. En general, es difícil llegar a conocer o empatizar con algún personaje, pues todo se muestra de manera muy efímera.
En mi opinión de Batman vs Superman, dije que el ritmo de la película me pareció excesivamente lento y ello provocó que la película se sintiera larga. Sucede todo lo contrario en Escuadrón suicida, ya que el ritmo es excesivamente dinámico, creo que Warner Bros. se va a los extremos, ya que aquí casi no se nos presenta historia: solo acción. Esto provocó u efecto no muy favorecedor, pues en ocasiones la trama se pierde totalmente de vista y el espectador puede olvidar de qué demonios quiere salvar a la ciudad. En términos generales, diría que la trama está mal desarrollada y ese es el principal problema de esta cinta.
Ya para acabar, diré que el guion no me pareció, ni por asomo, especialmente brillante. Trataron de hacer esta película más graciosa, pero el humor en todo momento se siente forzado. No funciona bien. Quizás una de las cosas más rescatables de Escuadrón suicida, sea la banda sonora de la primera mitad, pero y ya… No me pareció que cumpliera con lo prometido y por eso le doy una calificación de 2.7/5, ya que, a mí parecer, tiene más elementos malos que buenos.
Sin embargo, recuerde el lector, que esto es solo mi opinión y ustedes deben formarse la suya propia al ver la película :) ¡Nos estamos leyendo!

PD: La escena postcréditos tampoco me pareció algo del otro mundo, nuevamente la sentí algo forzada.

jueves, 14 de julio de 2016

La tierra que nunca pisamos (2016) [teatro]


Ficha técnica:
Director: Marco Vieyra
Autor: Edgar Chías
Actúan: Darío Álvarez, Daniela Saldierna, Rafael Becerra, Francisco Morán y Sayuri Navarro.
Fechas de presentación: 12, 13 de julio en el CEART de SLP; 4, 5 y 13 de agosto en Difusión Cultural del IPBA (Instituto Potosino de Bellas Artes)

La tierra que nunca pisamos es una obra de teatro que nos muestra la historia de cinco cocineros, de origen mexicano, residentes de Arizona; éstos, hartos de los malos tratos a los gringos hacia ellos, deciden llevar a cabo un acto simbólico de rebeldía. La obra se apoya con varios recursos materiales en los que destacan tres caminadoras. Este recurso es, quizás, símbolo de la constante apariencia de la humanidad de querer avanzar y, sin embargo, permanecer en el mismo lugar.
            La obra refleja una realidad, respecto al trato xenofóbico que se les da a nuestros paisanos en los Estados Unidos. Pero es mucho más que una historia de migrantes, mucho más. Es ese deseo que cualquier trabajador indocumentado desea: libertad, derechos, prestaciones. Es el deseo de rebelión, y también es el decoro que los detiene a alzar la voz: una familia que mantener.
            La tierra que nunca pisamos, abre con una secuencia en la que cada uno de los actores va diciendo lo que han perdido. En este punto no sé si están actuando o realmente lo que dicen es verdad… En ese punto también, el público reflexiona sobre lo que ha perdido. Es muy atinado abrir con una escena tan cargada emocionalmente, porque inmediatamente el público se siente identificado con los actores o con sus personajes… Todos hemos perdido algo, ¿no?
            No soy experta en teatro, pero puedo decir que todos y cada uno de los actores me parecieron excelentes en sus papeles. He tenido la oportunidad de ver el trabajo de Francisco Morán en otra obra de teatro y en cortometrajes, y me ha encantado. Tanto Morán como el resto de los actores hacen que se te olvide por completo que lo que ves es ficción. Todo lo que se cuenta es narrado con naturalidad que hasta crees que todo eso pasó. Una valiosa clase de historia de México.
            La tierra que nunca pisamos también sacará risas al espectador… Pero también puede conmoverlo hasta las lágrimas. La tierra que nunca pisamos es una reflexión que todos deberíamos hacer. Un gran porcentaje de mexicanos tenemos por lo menos a un familiar que se pasó de mojado a los “Unieites Esteits”, y ni así nos ponemos a pensar.
            La música, los recursos visuales y la utilería con la que se acompaña La tierra que nunca pisamos, es adecuado para cada momento de la obra. Hay un contraste de ritmos, y emociones durante toda la obra… Además, la obra nunca pierde ese ritmo tan dinámico y a la vez estático —por eso de las caminadoras— que hacen que los (aproximadamente) setenta minutos que dura la obra sean muy amenos.
            Las secuencias, o sea todo lo relacionado a la dirección de La tierra que nunca pisamos, está repleta de símbolos. Nada, ningún movimiento de la utilería o de los actores, es gratuita a la obra. Al final de la obra hay una sorpresa que, definitivamente, hizo que la obra cerrara con broche de oro.

            La obra sí que tiene una carga emocional muy grande… Es absorbente y envolvente… Imposible pensar en otra cosa mientras la vemos, La tierra que nunca pisamos merece toda nuestra atención, merece un 200 % de nuestra parte. No he visto mucho teatro, pero puedo decir con mucha seguridad que es una obra que quiero que todos vean. Además, la obra tiene una interacción con el público que es otro elemento que me encantó. En términos generales la obra me pareció excelente y, si tuviera que calificarla con un número (como hago siempre aquí) le daría un 5/5, pero hasta eso se queda corto.
             Ojalá haya gente de San Luis Potosí (o ya mínimo cerca de San Luis) que esté leyendo esto... Porque a ti, lector, te invito que vayas a ver la obra, no te vas a arrepentir.

domingo, 3 de julio de 2016

El diario de Tita (2016)

Ficha bibliográfica:
Título: El diario de Tita
Autor: Laura Esquivel
Ciudad: México
Editorial: Suma de letras
Págs.: 300
            Después de 25 años de la publicación de la primera novela de Laura Esquivel, Como agua para chocolate, (de la que escribí en el blog pasado) surge esta especie de segunda parte… O, mejor dicho, spin-off. El diario de Tita, ofrece, supuestamente —o sea, según la cuarta de forros del libro— una narración más íntima de los sentimientos de Tita.
            Lo cierto es que Laura Esquivel no ofrece absolutamente nada nuevo en esta nueva entrega. El diario de Tita, es una segunda parte o spin-off innecesaria. Cuando lo vi en la librería me llamó la atención por su diseño editorial: es estéticamente hermosos. La edición en pasta dura tiene un guardapolvo que simula ser el diario quemado de una esquina. Por el interior, el libro está escrito en una fuente que simula la letra cursiva de Tita; además de esto, contiene fotografías y recuerdos que la protagonista de Como agua para chocolate atesoraba dentro del libro.
            Pero El diario de Tita es solo eso: un libro muy bonito, un libro para adornar nuestro librero —a la módica cantidad de $300 mexicanos (como 15 dólares)— y nada más. Es absurdo decir que esta novela, escrita a manera de diario, tiene algo nuevo, algo que no se haya podido percibir en Como agua para chocolate, pues hay que recordar que el narrador de ésta era omnisciente. A pesar de que Tita no era la que narraba la historia base, el narrador conocía los sentimientos y PENSAMIENTOS de ella, e incluso de otros personajes. De esta manera, se comprueba que El diario de Tita no sirve ni como continuación ni como relato en retrospectiva.
            Esta novela más bien parece un resumen de Como agua para chocolate, pues la primera parte se trata de la historia que los lectores de la ópera prima de Laura Esquivel ya conocemos. Pero no solo ya los conocemos, sino que los conocemos mejor de lo que se narra en El diario de Tita. Repito, la primera mitad es un resumen de la historia que dio pie a este segundo libro.
            A partir de la segunda mitad, es donde empieza lo “interesante”, pues es en esta parte de la narración en donde nos ilustran acerca de todos esos años que se saben por indicios en Como agua para chocolate. Se explican años de vida de Tita, John, Pedro, Rosaura, etcétera, que en el primer libro se dejan a la imaginación. Sin embargo, salvo una que otra receta nueva, no es de trascendencia lo que sucede en esos años. Y ya que toqué el tema de las recetas, ni siquiera la edición se salvó de ser criticada, hay un error de imprenta en una de las recetas: se señalan los ingredientes para hacer frijoles, pero el título de la receta y el procedimiento es para hacer chocolate.
            Es en este error de imprenta en el que yo veo la urgencia de sacar a la venta un nuevo libro con el único fin de obtener una remuneración económica y no tanto porque hay algo nuevo que decir. Aunque hay un par de cambios, de declaraciones en El diario de Tita que cambian la historia original, no es la gran cosa… Por el contrario, creo que estos cambios arruinaron lo que Laura Esquivel había logrado también con su primera novela.

            En resumen, el realismo mágico se perdió en este spin-off de Como agua para chocolate; las nuevas ideas se ven forzadas y el libro es más estética visual que literaria. Personalmente, me desagradó bastante y no sé qué pensaba Esquivel al convertir su novela más conocida en una trilogía… El diario de Tita no es un libro que recomiendo, principalmente porque me parece malo de principio a fin… Le di 2/5 en Goodreads, y eso solo porque la edición es linda.

miércoles, 29 de junio de 2016

Como agua para chocolate (1989) [libro]


Ficha bibliográfica
Título original: Como agua para chocolate novela de entregas mensuales con recetas, amores y remedios caseros
Autor: Laura Esquivel
Ciudad: México
Editorial: Planeta
Págs.: 173
Como agua para chocolate es una historia que le hará recordar al lector (quizás) a la casa de los abuelos. Es una historia de amor, y de comida. Tita nació y creció en la cocina de su hogar, por ende, así como Jean-Baptiste Grenouille en El perfume recuerda acontecimientos y personas por su olor, así Tita asocia el olor de la comida con sus experiencias y sentimientos. La novela de Laura Esquivel, pertenece a lo que se conoce como realismo mágico, lo cual lo hace, a mi parecer, más interesante.
            La historia de Tita, protagonista de Como agua para chocolate, se desarrolla en tiempos de la Revolución Mexicana. La trama es bastante tele-novelesca, básicamente parte de esta premisa: el enamoramiento de Tita de un joven con el que su madre no permite que se case. A raíz de este conflicto, se desarrollan las aventuras y los platillos de Tita.
La novela es una “novela por entregas”, dividida en meses y cada mes contiene una receta. Este es un detalle de suma importancia en el libro, pues la comida es un factor importantísimo en la trama y asunto de Como agua para chocolate. Es bastante curioso cómo se dan instrucciones para realizar un platillo, mientras se entrelazan las experiencias de Tita y su familia; pues los alimentos y su preparación, están muy ligados al estado de ánimo en el que se encuentra Tita.
            Mientras leía esta novela, me veía a mí misma como un ama de casa que se queda picada (o enganchada) con una telenovela. El personaje principal, Tita, es uno que vemos en cualquier telenovela: la jovencita sufrida, enamorada, sometida por su madre, etc.; por otro lado, Mamá Elena —o Mami Elena, pa’ que no se nos enoje— es odioso. Siento que es uno de los personajes más consolidados de toda la novela, y nos logra infundir temor, personalmente le tenía tanto miedo (o incluso más) que Tita.
            Por otro lado, tenemos dos triángulos amorosos —para seguir con la temática de telenovela—, uno entre Rosaura (la hermana mayor de Tita) y Pedro; el otro es entre Pedro, John y Tita (no daré más detalles de quién es quién para evitar spoilers). Estas aventuras amorosas me parecieron especialmente tiernas, sobre todo la última. Se desarrollan de forma muy tradicional y recuerdan también a Florentino Ariza y Fermina Daza de El amor en los tiempos del cólera.
            Con este libro, que me parece tierno en ocasiones y en otras cruel (sobre todo cuando aparece Mamá Elena), Laura Esquivel me mantuvo siempre con emociones encontradas. Los personajes tienen tanta carga emotiva, que me daban ganas de estar dentro del libro. Los pasajes o escenas en las que se deja claro por qué es realismo mágico, son inigualables. El realismo mágico es una de mis corrientes literarias favoritas, y Laura Esquivel lo hace perfectamente.
            Tengo que advertir al posible lector de Como agua para chocolate, que en ocasiones los personajes y situaciones se hacen insufribles. Quizás es el único punto que le restaría, ya que a veces pensaba que era demasiada tragedia para una sola persona, sin embargo, es una de las características del realismo mágico que he podido percibir en otras obras como Cien años de soledad o el ya mencionado El amor en los tiempos del cólera.

            En términos generales, el libro me pareció bastante bueno, tiene mucho que ofrecer y está genial leer algo más cercano al lugar en el que vivo. Algo que me gustó mucho, fueron las recetas y la relación que éstas tienen con las emociones y experiencias de Tita. Es un libro que recomiendo, y en Goodreads le di 5/5 :) 

viernes, 3 de junio de 2016

2010: Odisea dos (1983) [libro]

Ficha bibliográfica:
Título original: 2010: Odiseey two
Autor: Arthur C. Clarke
Traductor: Carlos Gandini
Ciudad: México
Editorial: Edivisión
Género: Ciencia ficción

Este libro, según las propias del autor, es una continuación de la película y no del libro. Lo cual no representa ningún inconveniente ya que, técnicamente, 2001: Odisea espacial se escribió después de la película.
Nos encontramos, pues, ante un escenario espacial, que pretende desentrañar el contenido del misterioso monolito encontrado unos años atrás en Júpiter. El Dr. Floyd se ve en la necesidad de viajar hacia el espacio con el propósito de descubrir la posible información que hay en la Discovery. Rusos y norteamericanos se unen en esta ocasión en la odisea espacial; es un viaje de descubrimiento científico, pero también de descubrimiento personal. Las cosas que encontrarán en la Discovery, no se comparan con lo que encontrarán en sí mismos.
Tengo que decir que este libro me dejó muy sorprendida. La narración no permite soltar el libro y, si se llega a soltar, queda una sensación de ansia por saber qué más va a pasar. Tiene momentos de tensión que no cualquier narración puede provocar en el lector, además que las imágenes que regala son exquisitas. Hasta dan ganas de viajar al espacio, a pesar de todos los inconvenientes que esto conlleva.
Pero sin duda lo que más me impresionó y me cautivó de este libro es la prosa de Arthur C. Clarke. Me parece maravilloso que, a pesar de ser un hombre de ciencia, sea capaz de escribir tan bonito, tan suave. Es bien importante, por ejemplo, el tamaño de los párrafos, que en el caso de 2010: Odisea dos —y también en 2001: Odisea espacial— no sean largos. Esto ofrece un panorama cómodo para el receptor. Me gusta que haya cuidado detalles como estos.
Además de lo dinámico y agradable que resulta leer un libro bien distribuido, otra cosa que me enganchó muchísimo es que cada capítulo termina con una frase tan impactante que la posibilidad de soltar el libro hasta aterra. La traducción es una de las mejores que he visto, y es que a veces no le tomamos en cuenta el trabajo de los traductores y los editores; sin embargo, en muchas ocasiones una buena traducción puede hacer la diferencia.
Lo anterior respecto aspectos formales del libro. La historia me pareció muy emocionante, nuevamente fue una montaña rusa de emociones —quizás porque en esta ocasión a bordo de la Leonov van científicos rusos—. Es muy interesante observar cómo se dan las relaciones entre un grupo pequeño de personas que se encuentran tan lejos de su hogar. Agregar a mujeres a bordo de la nave que va a rescatar a la Discovery, le agregó a la trama más sabor.
En esta ocasión, fue posible observar con mayor detalle realmente el viaje a bordo de la Leonov. Las peripecias, los gajes del oficio, las relaciones humanas y laborales, son algunos de los elementos presentes dentro de la historia de 2010: Odisea dos. Además, en este libro se desentraña (o por lo menos eso creemos) el misterio sobre la vida en otros planetas. Como en todo libro de ciencia ficción, se dan muchas explicaciones científicas, valga la redundancia, pero en este libro esto no afecta la concentración del lector respecto a la historia principal.
La participación de la inteligencia artificial, como HAL 9000, es otra parte de la trama interesante. En el primer libro nos presentan a este computador que es capaz de pilotar una nave sin ayuda humana; sin embargo, participación de este personaje en 2010: Odisea dos es más profunda. Aquí es posible entender más a HAL, e inclusive encariñarse con él.

 El libro no exclusivamente ciencia ficción, sino que también tiene tintes de literatura fantástica que le da un toque muy especial a la segunda entrega de esta tetralogía. Personalmente, disfruté esta segunda parte tanto o inclusive más que la primera; por esta razón yo le di 5/5 en Goodreads (: Es un libro que recomiendo muchísimo, definitivamente es una excelente secuela,

martes, 10 de mayo de 2016

Captain America: Civil War (2016)

Ficha técnica:
Director: Anthony Russo, Joe Russo
Género: Acción, Aventura, Ciencia-ficción
Duración: 146 minutos
Reparto: Chris Evans, Robert Downey Jr., Scarlett Johansson, Sebastian Stan, Anthony Mackie, Emily VanCamp, Don Cheadle, Jeremy Renner, Chadwick Boseman, Paul Bettany

De nuevo el dilema de siempre: los súper héroes representan o no un peligro para la humanidad, debido a que éstos actúan sin ninguna autorización previa del gobierno y, si bien protegen a la ciudad, dejan como saldo muertes inocentes. Por ello, los gobiernos de distintos países deciden hacer firmar a Los Vengadores un acuerdo en el que se regularía cuándo es necesario que éstos intervengan; es en ese momento en el que las opiniones se dividen.
            Debo admitir que me faltó un poco de contexto para entender esta película, sin embargo, la disfruté muchísimo. Nuevamente, fui al cine sin ninguna expectativa, ni buena ni mala y, una vez más, me llevé una grata sorpresa.
            Desde el comienzo la película tiene mucha acción, y no tiene puntos muertos, en general el ritmo me pareció bastante bueno. Respecto a la fotografía y la banda sonora, no es más brillante que la de otras películas de superhéroes. A pesar de eso, hay un pequeño guiño a cierta película de Hitchcock (no, no es Psicosis), que me pareció bastante curioso. Además, hay una referencia muy obvia a Star Wars.
            Como dije, la película tiene mucha acción desde que empieza, y me pareció que esta vez se dejó de lado un poco la censura y las restricciones en cuanto a la violencia —por eso del público infantil—. Ese detalle le aumenta puntos a Civil War porque le añade madurez y la hace ser más de Marvel que de Disney.
            El enfrentamiento entre el equipo de Capitán América y IronMan fue épico. Cumple lo que promete la película. Quiero hacer un paréntesis aquí para hacer una lectura comparada de Batman vs Superman y Civil War. En la película de DC, la pelea entre Batman y Superman no dura ni diez minutos y el conflicto de resuelve con bastante facilidad —ya saben, el emblemático “mi mamá también se llamaba Martha”—. No sucede así en Civil War, el enfrentamiento es más largo, pero no solo eso: es mucho mejor en diversos aspectos, el principal es que no se resuelve el conflicto como tal. Fin del paréntesis. No soy fan de hacer comparaciones entre Marvel y DC, pero esta vez me pareció… Adecuado.
            La batalla entre el equipo del Capitán América, y IronMan está plagada de personajes; destacan entre ellos Antman y Spiderman. Me pareció que Antman llegó a la película para darle un poco más de sabor, además que ese superhéroe es bastante hilarante. Por el otro lado, tenemos a Spiderman, que me gustó bastante —superó, y por mucho, a la personalidad pesada que le otorgaba Andrew Garfield a Spidey—: es joven, divertido, inteligente y, por lo mismo de que es bastante joven, mantiene un sentido del humor un poco infantil. Sin embargo, sentí un poco forzada la aparición de Peter Parker, como que solo se lo sacaron de la manga y así como aparece, deja de aparecer hasta la SEGUNDA escena postcréditos. A estas alturas ya todos saben que hay dos escenas post créditos, y si no lo saben… ¡Ahora lo saben! *léase con voz de Mox de WDF Show*. Tampoco me agradó mucho que la tía May fuera taaaan joven, simplemente siento que eso no iba.

            El final de la película en general me pareció bueno, dejó el paso a libre a las siguientes películas; me pareció que este filme sirvió como puente para enlazar otras historias, pero va mucho más allá de eso. Siendo una película hecha únicamente para entretener, cumple son su cometido: ritmo dinámico, chistes, y el fan service que se aventaron con la joven tía May. Repito que como entretenimiento me gustó bastante y le doy una calificación de 3.7/5 o 7/10.